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Cada tipo de piel, bien
sea seca, grasa o mixta, tiene unas características concretas y, por lo tanto,
unas necesidades diferentes. Una vez
identificado el tipo de piel, el profesional comenzará con la limpieza facial
propiamente dicha. La limpieza de cutis incluye una primera limpieza para
retirar la suciedad más superficial y una exfoliación para desincrustar las
impurezas más profundas. Además, el profesional utilizará algún método para
abrir los poros y retirar los puntos negros sin dañar la piel (por ejemplo, con
vapor de ozono).
Una vez abiertos los poros y eliminada la suciedad profunda es necesario cerrar los poros y cauterizarlos para descongestionar la
piel y bajar la inflamación producida por el proceso. A este paso suele seguir
un masaje sobre rostro y cuello para relajar la piel y devolverle tersura.
Por último es
necesario nutrir bien la piel. Para ello el profesional aplicará una mascarilla
adecuada al tipo de piel.
¿Cada cuánto tiempo hay que someterse a una limpieza facial?
La frecuencia de
la limpieza facial profesional depende del tipo de piel. El mínimo es una
vez al año. Sin embargo, es recomendable que las personas con una piel normal
se sometan a una limpieza de cutis profesional cada tres o cuatro meses. Las
pieles maduras o muy secas pueden requerir una cada seis u ocho semanas.
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